jueves, 12 de septiembre de 2013

El cuerpo de las mujeres


El cuerpo de las mujeres es el título de un documental de 25 minutos sobre el uso del cuerpo de la mujer en la televisión. Empezaron de una urgencia: la constatación que las mujeres, las mujeres reales, están desapareciendo de la televisión y que son reemplazadas por una representación grotesca, vulgar y humillante. La pérdida parece enorme: la cancelación de la identidad de las mujeres ocurre bajo la mirada de todos, pero sin que haya una reacción adecuada, ni por parte de las mujeres mismas. A partir de aquí, se abrió camino la idea de seleccionar las imágenes televisivas que tuvieran en común la utilización manipuladora del cuerpo de las mujeres para contar lo que está pasando no sólo a quien nunca mira la televisión, sino a quien la mira, pero "no ve". El objetivo es interrogarse y preguntar sobre las razones de esta cancelación, un verdadero "programa" del cual somos todos espectadores silenciosos. Luego, el trabajo puso de relieve la cancelación de los rostros adultos en la televisión, el uso de la cirugía estética para cancelar cada huella del paso del tiempo y las consecuencias sociales de esta remoción.
Traduccion de Chiara Bagnoli

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Malas palabras

Es muy frecuente que los padres les enseñen a sus hijos cuando están adquiriendo la lengua española que hay malas palabras. Algunas de ellas son obvias, otras no. Lo que pasa es que a medida que pasa el tiempo vamos creciendo y nos damos cuenta que algunas de las palabras categorizadas como “malas”, en realidad no son tan “malas”. Es común que los adolescentes se dirijan a sus amigos y hagan comentarios como este: “-Che, boludo, ¿viste la nueva peli que salió? ¡Me morí de miedo!” Y sí: la palabra “boludo” pasó a estar dentro de la categoría de las permitidas. Es más: no solo está permitida, sino que ahora no es una “mala” palabra y es la forma en que ese adolescente llamó a su amigo. Si lo llamara por su nombre de pila, tal vez esté demostrando un enojo o seriedad que no es necesaria para el comentario.

También existen otras palabras que se vuelven malas, como las que pertenecen al lunfardo de lo correcto y que se pueden usar para hacer daño. Algunas son fáciles de detectar, como decirle “sos una gorda” a una mujer que está luchando con su sobrepeso, y otras no tanto, como el jefe que constantemente le solicita con palabras amables a su empleado que rehaga los informes “porque no están lo suficientemente bien hechos”.

Algunas palabras salen de nuestra propia conciencia y van dirigidos al propio ser. Un principiante que asista a una clase de baile diciéndose a sí mismo “no creo poder aprender a bailar”, “no tengo el cuerpo apropiado para bailar” o “no creo que pueda seguir los pasos de este ritmo” son algunas de las variantes del discurso autoreferenciado y que lo anularan de antemano, sin siquiera haber intentado aprender a bailar. Existen otros ejemplos más devastadores, como el de algunos pacientes que llegan a consulta con una inhibición total porque se declaran impotentes para salir de un problema o hacer frente a una enfermedad dolorosa como el cáncer.

La realidad es la siguiente: todo lo que decimos a través del lenguaje, tiene calidad de sentencia. Y en este punto hay que ser muy cuidadosos, porque hasta el chiste (que generalmente versa sobre algún defecto de un tercero, o de otro grupo de personas) puede resultar ofensivo y sentenciante. En nuestra historia hay numerosos ejemplos: negros que fueron esclavizados (porque no tenían alma y su piel era rara, demasiado oscura), judíos que fueron aniquilados por ser el chiste de una raza defectuosa (según los nazis eran una raza inferior), la comunidad LGBT que fueron privados largo tiempo de sus derechos (porque son antinaturales y maricones), etc.

Estimado lector, le propongo algo:

  • comience a hablar en positivo
  • resalte las posibilidades y no las imposibilidades
  • anímese a tomar riesgos para crecer en lo personal
  • felicite a quien hizo algo bien
  • felicítese y prémiese si Ud. hizo algo bien

Creo que de esta manera podemos empezar a mejorar el uso que le damos a la lengua. La palabra se vuelve mala cuando la intención de uso es mala. Tengamos cuidado, después de todo, como ya lo dije antes: tiene carácter de sentencia.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Nuevo consultorio


A veces una persona puede salir por sí misma de su laberinto personal. Otras veces no. Y para encontrar una salida saludable a los problemas hacen falta soluciones saludables.
No dudes en llamarme y solicitar turno al (011) 1532269812. O si preferis, podes escribirme a psicodaniel2012@outlook.com.

Falsas promesas

Insomnios, dolores de cabezas, visión difusa, desempleo, vicios, nerviosismos y peleas familiares parecieran ser manifestaciones del diablo. Así es, como diversas iglesias nos invitan a ingresar a sus instalaciones respaldándose en alguna cita bíblica aislada. Las personas acuden sin más que la miseria personal y el anhelo de encontrar la felicidad, buscando alguna bendición definitiva que nos permita sentir bienestar. O de última, si nos toca tener situaciones constantes de conflicto con la pareja, seguro habrá algún/a tercero/a que nos está arruinando la vida y por ello necesitamos la ayuda de alguna vidente que haga algún amarre instantáneo con el ser amado.
Y sí, queridos lectores, pareciera que el peso de la vida es demasiado para soportarlo en nuestras espaldas. El poder sagrado de un ser supremo llega aquí para ayudar a superar (¿tapar?) nuestros conflictos. Lo más grave de la cuestión es que usan la culpa (que siempre se encuentra presente en estas situaciones) para quedar anudados de manera riesgosa en una red de falsas soluciones: levantarse a orar a horas alocadas de la madrugada, ofrecer diezmos tan generosos que desestabilizan la economía personal y familiar, usar recetas mágicas, etc.
No nos dejemos engañar: si tenemos insomnios y dolores de cabeza, tal vez tengamos que bajar un poco el ritmo de vida y dedicarnos un poco más a nuestra salud. Si en casa hay constantes escenas de peleas, debemos buscar el origen de los conflictos y solucionarlos. Las situaciones de vicios (alcoholismo, drogas y otras conductas tóxicas) requieren una ayuda integral de un grupo de profesionales que pueda dar una contención completa y un tratamiento adecuado. No se trata de negar que hay problema o de taparlo, se trata de hacerse cargo. Tal vez una suerte de fórmula mágica sea la siguiente: “Ud. tal vez no sea responsable de lo que le sucede, pero sí es responsable de lo que hace con eso que le tocó”. De esta forma la culpa desaparece y nos podemos desanudar de estas situaciones.
En la vida es normal que haya conflictos, angustias, depresiones, tristezas y hasta duelos. Es que la vida es pura dinámica, todo cambia y algunas veces las cosas no se acomodan como queremos (o como necesitamos). Y disponemos de un completo abanico de respuestas posibles para solucionar los conflictos, que van desde las más insanas (peleas y violencia, conducta de intoxicación constante con alcohol, etc.) hasta lo más sanas (dialogo, negociación, responsabilización, búsqueda de ayuda profesional).
La ayuda espiritual es necesaria y nos permite tener renovadas las esperanzas. Siempre que haya la posibilidad, una buena lectura permite descomprimir tensiones y nos predispone a actitudes más saludables. Pero lo que no podemos permitir es usar la creencia religiosa en algún ser místico para tapar la responsabilidad que tenemos sobre nuestros problemas. Recuerde que la fe mueve montañas, pero no podemos usar esas montañas para tapar nuestras responsabilidades.

Aprender a vivir

La Real Academia Española define al karma como la “energía derivada de los actos que condiciona cada una de las sucesivas reencarnaciones, hasta que se alcanza la perfección”. Los antiguos budistas creían que las almas estaban destinadas a encontrarse en un determinado tiempo y lugar para aprender algo. Y si por alguna razón, lo que les tocaba vivir en esa vida no era suficiente para lograr el aprendizaje superior, todas las almas que se habían contactado en esa vida debían reencarnarse en conjunto hasta lograr el aprendizaje deseado.
Debo confesar que me resultó muy difícil entender este concepto. Es que en este lado del mundo nuestras raíces religiosas no nos permiten entender a la reencarnación. Aún así, creamos o no en las energías que generan el karma, podemos hacer algunas reflexiones aplicables a la vida práctica. ¿Cuántas veces notamos actos de desamor y egoísmo de las personas que nos rodean? Veamos los siguientes ejemplos: saludos que quedan colgados sin respuesta de vuelta, peatones que son “apurados” por los que usan el automóvil, colectivos que no se detiene a recoger pasajeros a pesar de ir con espacio suficiente, vueltos que no son dados porque “no llegan con el cambio”, almuerzos familiares donde hablamos y los otros miembros de la familia se quedan mirando al TV o al celular… Sí, son tiempos modernos, todos vivimos acelerados. Pero no es excusa para ser rudos y grotescos con el prójimo.
No es mi objetivo cuestionar la presencia (o no presencia) del karma aquí. Pero sí podemos comparar al karma con las actitudes. Hay actitudes que generan otras actitudes y esto es fundamental. El día que entendamos como sociedad que debemos tener más respeto y acercamiento de ayuda al prójimo, lograremos crecer como sociedad. Entendamos de una vez por todas que lo que hacemos tiene un efecto (suena) en aquel que tenemos al lado. Y eso a su vez tiene una resuena en otra persona, y así sucesivamente generando una cadena interminable de actitudes y acciones que vuelven de alguna misteriosa manera.
Esmerémonos por generar buena energía, buen karma, buenas actitudes. Hagamos del día a día un tránsito más fluido, amable y generoso. Salgamos a la calle con un “buen día” y una sonrisa. Ayudemos a las personas y ellas nos ayudarán. Y si no nos ayudan hoy, no hay problema, porque algún día sí lo harán. Aprendamos de nuestros amigos budistas a vivir fluyendo con armonía, que la vida en comunidad se volverá mejor y más positiva.